Mi gente, hermanos y hermanas de fe,
Ya se nos viene encima la Navidad, el nacimiento de nuestro Señor, y nosotros, sus pastores, no podemos callar. Levantamos la voz con esa fuerza que nace de la Teología de la Liberación y con el grito ronco del pueblo nuestroamericano para decirle las cosas en su cara al señor que está sentado en la Casa Blanca sobre su postura hacia nuestra Venezuela querida.
La Codicia del Imperio: No Es Caridad, ¡Es Petróleo!
Seamos claros, sin tanta vuelta: la política del país que se cree la “primera potencia” tiene un solo nombre: neocolonialismo. Su gran objetivo, el que les quita el sueño, es meterle la mano a nuestros recursos, especialmente al petróleo y al gas.
Esas sanciones, esa presión diplomática, esas amenazas de guerra justo aquí en nuestro mar Caribe… ¡No nos engañemos! No son porque les interese la democracia ni nuestros derechos humanos. ¡Son herramientas de agresión económica pura y dura! Su plan es doblegarnos, forzar un “cambio de gobierno” que les permita vender a precio de gallina flaca nuestra PDVSA y nuestras reservas de gas. Voces de su propio país lo han dicho: vienen a robar lo nuestro. Esto es lo que el profeta Isaías desenmascaró hace siglos: “¡Ay de los que dictan leyes injustas y le quitan sus derechos a los más pobres!” La ley de ese mercado global, que defienden estos “gendarmes del mundo”, lo que hace es quitarle al venezolano su derecho a decidir el destino de su propia riqueza. Y esa riqueza, lo dice la Teología de la Liberación, debe ser para que la nación crezca y para que el pobre viva con la dignidad que Dios le dio. El Evangelio nos obliga a ponernos del lado del oprimido y a señalar las estructuras de pecado que nos ahogan.
La Paz de Cristo Pasa por la Justicia Soberana
No hay paz si no hay justicia. La paz que ofrece el imperio es la “paz de la sumisión”, la del silencio del cementerio. Pero la paz que nos trae Cristo es transformadora, es actuar con rectitud. Como está escrito: “La obra de la justicia será paz…”
¡Exigimos justicia para nuestra gente de Dios!
Justicia Soberana: Que se respete nuestro derecho innegociable a manejar nuestros recursos y a ser dueños de nuestro destino, sin injerencias ni amenazas externas.
Justicia Social: Que nuestras riquezas sirvan de una vez por todas para acabar con la miseria, que es una vergüenza que nos quita la dignidad.
Recordemos a Jesús: “Bienaventurados los constructores de la paz”. Pero procurar la paz es, primero, luchar sin odio contra la injusticia que genera la violencia. Es hacerlo con la fuerza de nuestra constitución y con la dignidad de quienes saben que están del lado correcto de la historia.
¡Aumenten la Fe! Viene el Niño Dios a Nuestros corazones Hermanos, la situación es complicada. La amenaza imperialista en el mar Caribe es real. El agresor quiere pisotear nuestra soberanía y ponernos en jaque. El camino es largo, lo sabemos.
El presidente Nicolás Maduro nos invita a vivir la Navidad como la gran fiesta de la esperanza. ¡No podemos flaquear! El Niño Dios viene a nacer en el pesebre de nuestra América, junto a los más pobres y marginados.
¡No Permitamos que la planta insolente del extranjero nos quite la esperanza! A pesar de todo, Dios está aquí, en nuestra historia. “La paz les dejo, mi paz les doy; no se la doy a ustedes como la da el mundo. No se turben ni tengan miedo” (Juan 14:27). La esperanza es la fuerza para resistir con la frente y la moral en alto convencidos de nuestro papel en la defensa de nuestra tierra. Aferrémonos a la Paz. Oremos y trabajemos por nuestra patria Bolivariana, la que nace de la justicia. Que la alegría de ser constructores de paz nos dé el aliento para seguir siendo un país justo y soberano.
Que el Señor de la Paz nos dé la fortaleza para no caer en la desesperación, la sabiduría para distinguir la verdad de la mentira, y el coraje para defender la dignidad de cada venezolano.
Rt. Revd. Gabriel Henríquez ✠
Obispo y Vicario General de la iglesia Anglicana del Caribe y la Nueva Granada en Venezuela
